lunes, 26 de septiembre de 2011

De Damas y Vagabundos

De todas las especies de animales solo hay una que nos viene acompañando como un verdadero amigo en nuestro viaje evolutivo: el perro, quien tenga o haya tenido uno conoce esta verdad, crecer juntos durante miles de generaciones hacen que nuestras especies tengan una simbiosis perfecta. Y de igual manera en algún segmento primitivo de ADN de todo perro existen un par de lobos invitándolos a la aventura, quien tenga duda de esto seguro no le ha tocado perseguir un cachorro fugitivo en la calle, son escurridizos y veloces los pequeños vagos.


Tan estrecha es la relación del perro y el humano que casi en todas las civilizaciones el perro tiene un papel importante dentro de la religión o mitología, por ejemplo: Los egipcios tenían a Anubis el guardián de la necrópolis y guía de los muertos en el más allá y los aztecas creían que sus perros xoloitzcuintles guiaban a sus muertos a Mictlán, ¿Demasiada coincidencia?, lo dudo.



"Tú qué sabes del amor si no haz bañado un perro"


El perro lo da todo siempre, para el somos parte de su familia sin importar si caminamos en dos patas, si somos de otro color, raza o condición, si no tenemos sus agudos sentidos de olfato, oído... ya ni hablar de su visión nocturna y su capacidad de cazar, es decir aunque seamos unos inútiles ellos nos siguen, nos respetan y aman.


Cuando era estudiante de Bachilleres casi siempre salía a las seis de la mañana de casa para ir caminando al colegio, recuerdo perfectamente una de esas mañanas obscuras de invierno con aire frío y nublado a la distancia, escenario perfecto para asaltar a un muchacho y quitarle lo que traiga, la verdad aún con años de recorrer el mismo camino esa ocasión sí tenía miedo, pero de la nada salió un par de perros callejeros de tamaño grande, cruza de labradores quizás, tenían toda la intención de acompañarme, caminaron a mi lado sobre la banqueta y bajo de ella, siguiendo mis movimientos en perfecta sincronía como si se tratara de esos perros de concursos que acompañan a su amo por circuitos de obstáculos, parecían entender, saber algo que yo no, poco antes de llegar a la reja del colegio se separaron de mi como diciendo "servido joven".

Años después mi mamá me dio el mejor regalo de toda mi vida, a Jack, una bolita de pelos negros, juguetona y que necesitaba un buen hogar, una familia, y creo que encontró eso y más, es el consentido de la casa, con todos los rasgos Valencia habidos y por haber, dormilón, comelón, vago, peludo, enojón, amiguero y etcétera. Adoptar un perro es una de las mejores experiencias.

Durante un viaje de campamento a la playa con mis amigos encontramos una pequeña jauría de esos perritos flacos costeños, habíamos notado que el más joven y desconfiado cojeaba y apenas se acercaba a las personas, pero por más que intentábamos acercarnos no pudimos ver que tenía, a la mañana siguiente una amiga y yo notamos que se estaba acercando mas de lo normal, al parecer ahora si tenia mucha hambre, así que ofreciéndole comida logramos que se acercara lo suficiente para atraparlo, chilló mucho al sentir que lo agarraba, e intentó morderme, pronto le sujete el hocico y lo abracé para darle seguridad, una amiga se acerco lo cubrió con un trapo y comenzó a hablarle tan dulce como seguramente nadie en su corta vida, pobrecito, tenía en una pata fuertemente anudado un hilo de plástico grueso que ocupan en las redes, seguro algún maldito malviviente lo agarro de su juguete, con ayuda de una navaja y sujetando su patita contra una tabla logré cortar el hilo y sobé un poco su pata para aliviar el dolor de entumecimiento que sentía, mi amiga lo soltó y nos miró sin intentar morder, con una mirada que solo un cachorro agradecido sabe regalar, lamió nuestras manos, brinco de la tabla y se fue a jugar con sus amigos, suerte pulgoso y sigue siendo desconfiando haces bien.

En el camino te encuentras muchos perritos así, falta mucha conciencia en las personas, siempre que veo un cadáver de perro atropellado siento rabia, por suerte una vez llegué a tiempo. Venia de regreso de la oficina por la colonia Del Valle, estaba por cruzar el eje 6 cuando alcance a distinguir una bola peluda tirada justo en la división del primero y segundo carril, era como un pequeño montón de estopa tirada en la calle y pensé "pobre uno mas ha pagado con su vida la irresponsabilidad de sus dueños" cuando voy viendo que levanta la cabeza y se vuelve a dejar caer, ¡maldición! no te muevas murmuraba mientras veía como los autos seguían pasando a unos cuantos centímetros de distancia, cuando por fin pude cruzar puse mis intermitentes, deje mi carro estorbando carril y medio par cubrirlo, abrí la puerta de atrás y lo pase hasta la cajuela. Era como un costal de huesos, apenas parpadeaba, después me subí al auto nuevamente y  me adelante un poco en la calle abrí la cajuela y lo examiné resulto ser niña, no tenía identificación, se veía limpia no era de la calle, mientras le hablaba para darle confianza recordaba mis cursos de primeros auxilios, palpe sus patas con suavidad para sentir alguna fractura luego las costillas, todo bien pero estaba como noqueada, tomé mi celular y le marqué a una amiga que vivía cerca, necesitaba ayuda para encontrar una veterinaria con un médico de buen corazón que la revisara, fui por mi amiga y buscamos y preguntamos en varias tiendas de mascotas hasta que por fin dimos con una doctora que la examinó y solo cobró las medicinas, un desinflamatorio y analgésicos, estaba bien, solo había recibido un fuerte golpe en la cabeza pero se iba a recuperar, deje mis datos en las tiendas de mascotas y con la doctora por si aparecía algún dueño, deje a mi amiga en su casa y contacté a mi prima para que me prestara una transportadora y deje a la perrita a casa de un tío donde podía dormir con tranquilidad, si la llevaba a mi casa seguro Jack no la dejaría en paz. Al día siguiente recibí una llamada, que si había encontrado una perrita con tales características, era la dueña, se le había escapado y corrió tan rápido que dos cuadras después la perdió de vista, le di la dirección y fueron a recogerla, se llamaba Princesa, lloraron de la emoción al verla me contó mi tío. A mí también me dio mucho gusto que estuviera de nuevo con su familia, es donde debía estar.

Creo que por eso me pongo como neurótico cuando descuidan la puerta de la casa, aunque Jack ya está viejito y quizás no se salga, pero si lo hiciera correría mucho peligro. Sé que inevitablemente algún día Jack dejará de acompañarme y estoy seguro que a donde sea que vaya me estará esperando para continuar el viaje sin importar nada, como siempre.

3 comentarios:

  1. Yo un día voy a tener una perrita que me haga compañía y me de abrazos como Jack a tí.

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  2. Estoy seguro que la tendrás y sera muy feliz

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  3. casi lloro...extraño a Milka

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